El post-trabajo es una bufonada, una cierta sorna que tampoco consigue evitar pringarse. Niega eficazmente al trabajo de lunes, asalariado, socialdemócrata, a ese trabajo tan digno como suplicado. El post-trabajo no espera sentado a la revolución, se salta la Historia a la torera y coge al toro por los cuernos: colectiviza los medios de producción, los del consumo y, en general, todo lo que se le ponga or delante. Por otro lado, el post-trabajo tampoco se va a flipar demasiado ni se puede pasar de posmoderno, porque en realidad se inventó a la vez que el cagar, que la orilla del río o que los chistes de un francés-un-inglés-un-español. Es lo que la gente ha hecho durante milenios por todo el planeta hasta hace no tantos siglos: ajustar la producción al ritmo deseado de la gente que pulula por un territorio. Nuestra propuesta política es hacer más o menos lo mismo, pero añadiendo algún arduino y colando temas a 160bpm.

En realidad el post-trabajo es currar porque queremos, hacer cosas cuando nosotras controlamos los medios para ello y cuando esos medios están acoplados a la comunidad. No renunciamos a acaparar directamente los grandes medios de producción cuando el momento sea propicio (en realidad, no renunciamos a acaparar nada). Entre medias, en Carabanchel nos ha parecido bien sumarnos a la idea de empezar en serio con las colectivizaciones ahí donde ya podemos hacerlo. En este caso, en un espacio abierto, asambleario y horizontal que hemos venido a llamar el Nodo de Producción, que a su vez forma parte de una cosa que entendemos como una red de autogestión total (así de humildes somos). La idea es sencilla: conseguir cada vez más medios de producción y que estos sean gestionados directamente por asambleas compuestas por todas quienes los quieran usar y obtener tal o cual producción, ya sea para autoconsumo o para intercambiarlos en un circuito económico horizontal donde quede excluida la relación capital/trabajo.

En realidad, tampoco somos especiales: proyectos así están surgiendo a cientos, y lo que viene a continuación es la articulación entre unas y otras para que no sean empresas e instituciones las que nos gobiernen y que todo el que quiera pueda vivir dependiendo lo menos posible de ellas. Este proceso, desobediente, silencioso y no televisado, ya está en marcha. No se gana: se hace, se goza y se deja crecer.